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domingo, 8 de abril de 2018

Carnet de flojo.

  Después de publicar una entrada sobre el carnet de gordo, era de casi obligado cumplimiento escribir una sobre los vagos, porque en muchas ocasiones son dos asuntos que van unidos. Y es que en estos magníficos días de invierno que hemos tenido en los que ha faltado sólamente que nieve en nuestra ciudad, decir que uno va a entrenar en cualquier disciplina deportiva es digno de la moral de los combatientes del Álamo. Y es que vamos a decirlo, cuando uno sale a correr ya sea en una cinta o en un espacio libre, parece que lo hace en el mismo campo en el que jugaban Oliver y Benji, todo es tan grande que uno ve hasta la inclinación del planeta Tierra cuando sólo pretende llegar a la esquina del estanco de tu barrio, y vuelta. Los primeros objetivos pasan por cumplir un determinado tiempo, pero visto lo imposible de la empresa, con llegar andando sin arrastrarse, y sin lesiones, a casa, ya es todo un mérito, igual que con las borracheras de juventud. Lo del gimnasio ya es otra cosa, uno levanta pesos, pero muchas veces estás tumbado, y eso, ya es algo que atrae, todo hay que decirlo. En cuanto a las artes marciales, pagar para recibir tortazos a diario debería de estar considerado maltrato. Pero la plenitud y el apogeo del vago ocurre cuando toca ir a nadar en invierno y te encuentras con una manta viendo la televisión un sábado por la tarde, cuando en la calle hace cero graditos de nada. Ni frío ni calor. Si tienes el valor de levantarte y coger el coche, es que tienes alma de forajido.

 Con los trabajos es otra cosa. Ahí hay que doblar el espinazo por narices y casi por amor al arte con lo que suelen pagar en los últimos tiempos. Y es que el mercado laboral está muy difícil, no hay nada para probador de colchones en Pikolín, que es para lo que uno ha estudiado. Ya que a lo largo de mi vida, ya mostraba una cierta vocación en el instituto cuando buscaba que me echaran de clase, o alargaba el recreo en unas interminables partidas de tute o fútbol en el patio. Y es que el centro donde estudié es bastante cabroncete para aquello de la fuerza de voluntad: grandes balconadas en las aulas y enormes graderíos al lado de las pistas de fútbol, donde uno podía sentarse como un lagarto a tumbarse para coger sol en invierno (y que inviernos tan cálidos y soleaditos tuvimos entre el 97 y el 99). O un patio central con soportales, ideales para las partidas de cartas en los días de lluvia o cuando llegaban las calores preveraniegas. En la universidad la cosa tampoco mejoraba, y es que estudiar cerca de la playa de la Caleta o el parque Genovés, con sus incomparables céspedes, es como para animarte a entrar en los fríos, austeros y antiguos aularios de Cádiz. Así que cotorras, palomas y yo, junto con mis amigos, trabamos una cierta familiaridad tras habernos comido cientos de bocadillos gigantes de Maruja, y hacer la lentísima digestión que el ali oli y las papas del interior del "montadito" te proporcionaba. Así, como los buitres leonados de los campos de Olvera, tras comerse una res del tamaño de un ñu, eramos incapaces de levantar el vuelo, y nos quedábamos anonadados como si nos hubiéramos fumado un petardo trompetero. En cuanto a la vida laboral que uno adquiere de adulto, las cosas cambian, y es más o menos igual que en el matrimonio, cuando uno está fuera quiere entrar, pero cuando está dentro, quiere salir. Y es que el mercado laboral en España, cuanto más te toques los huevos más estable es tu trabajo. Que no se me echen encima los funcionarios, no me refiero a ellos, en exclusiva, no es justo nunca, generalizar en un gremio u otro, en el que hay de todo, como en botica. Sino a todos los trabajos tanto funcionariales como por cuenta ajena, e incluso en el mundo de los autónomos es posible verlo, en el que el efecto Graimito, constatado en un capítulo memorable de los Simpsons, uno puede observar como hay cascarones de huevo en todos lados que flojean más que los amortiguadores de un Tata con la complacencia de la gente que le rodea; mientras tanto al de al lado, normalmente becario, o con contrato temporal, le caerán todas las faenas, trabajos, broncas y responsabilidades que el/los vecinos tendrían que tomar por suyas. Así pues, como en todo en la vida, no es lo mismo estrella en el culo, que culo estrellado. Así que ese Graimito, deseará quitarse de un trabajo mal pagado mientras escucha a todos los desempleados que conozca, aquello de: si no lo quieres, dámelo, que ya verás lo pronto que lo cojo. Alguien que normalmente, no ha cogido una espiocha en su vida, pero que dice ésto mismo, porque es lo que oye a todo el mundo, y queda la mar de bien. Pero en el fondo, tanto tú, como él, sabéis que es mentira, nadie quiere ese empleo, los dos deseáis el sueldo Nescafé, o el de la ONCE, aunque lo ocultéis, por aquello de que sino os tachan de flojo.  

  Ahora bien, el colectivo de los flojos, otro olvidado, al igual que los gordos, sufren como no podía ser de otra manera de las típicas preguntas de si es que de verdad no hay nada o no lo estás buscando,  porque realmente todos lo sabemos, en España no trabaja el que no quiere, a decir, por los que ven los toros desde la barrera, claro. O los grandes consejos o sermones de los demás, sobre todo a lo que se refiere a frases del tipo Paulo Coelho o Jorge Bucay, en los que está de lujo escuchar aquello de "no triunfan los que no se caen, sino los que se levantan con cada caída", o "sólo los valientes logran su objetivo", o "la suerte no viene sola, sino que hay que buscarla"... Como decimos en Cádiz, míquehuevos, o lo que es lo mismo en castellano cervantino de toda la vida: consejos doy, que para mí no tengo. Pues para muchos amigos que uno tiene, a los que la vida les sonríe laboralmente, los parados son unos vagos que no quieren doblar el espinazo, y cierto que hay flojos, pero también los hay que no dan un palo al agua entre los trabajadores, aquellos que se pasan la vida tomando café, fumando, o escaqueándose de la oficina para ir a comprar pescado o ver a su hijo disfrazado de pastor por Navidades. O aquellos operarios de fábrica o albañiles que se ponen a paliquear en cuanto desaparece el encargado. O sea, que no es lícito juzgar y comparar a los parados con la vida de uno, y menos en un país como España, donde encontrar un empleo depende de tres opciones con sus distintos factores: o ser autónomo y que te vaya bien (aprende a rezar), opositar y que haya las suficientes plazas para que los interinos no se te cuelen con una sola firma en un examen, o directamente, tener un padrino que te enchufe, algo importante también en las otras dos opciones, si es posible. 

 Así pues, junto con el carnet de gordo, el pasaporte, el DNI, el carnet de conducir, el de la Seguridad Social, el de la BP, el del IKEA family, y la tarjeta de crédito más ruinosa del orbe, voy a tener que añadir el de carnet de flojo. Con tantos carnets voy a tener que necesitar una cartera de vieja, pero de todos modos, faltan las acreditaciones más importantes, el de alguna afiliación política o sindical, que me de lugar a un puesto de maestranza colchonero, no del Atleti, sino de Pikolín, que es menos sufrido. Pero con lo Graimito que soy, seguro que me harto de pegar carteles y lamer culos, y sólo se acordarán de mí de palmero y niño de los recados, y es que como dije en el segundo párrafo, la estrella de mi culo, es una enana blanca que no ilumina ni da calor ni con una estufa de refuerzo, mientras otros gozan de una gigante roja que con su sola presencia logran hacerse un hueco donde sea. Pero por supuesto, la culpa es mía que no me lo he currado lo suficiente...

lunes, 19 de marzo de 2018

Carnet de gordo.

  Han pasado las Navidades con sus comilonas, y han pasado los carnavales con sus pestiños, papas aliñás, montaditos de pringá, y demás. En los últimos días, los rayos de sol tienen algo más de fuerza, pronto llegará la ropa ligera, y en efecto, al mirarte al espejo, pareces la sombra de Alfred Hitchcock por la panza que tienes. Esa que ha logrado que viva toda una población de enanos bajo el michelín. Lo cierto es que por mucho que digan, no cuesta nada criarla, sino que es bastante agradecida, y se deja querer, por lo que su índice de crecimiento es exponencial con respecto al de su decrecimiento en periodos de dieta. E ingenuo de ti, piensas que ya una vez pasado dichas fiestas es un buen momento para seguir una alimentación equilibrada, o según lo jibia que seas, una dieta agresiva tipo Dunkan. Pero es un autoengaño, porque después vienen la Semana Santa, que aunque tal vez no te gusten las procesiones, pero sí que te pirras por los roscos de la pastelería de la Victoria, y tampoco le dirás que no, al medio kilo de torrijas que ha preparado tu abuela, ni le harás asco al arroz con leche que tanto te gusta. Y aún así, crees que todo ha acabado, pero después llegarán las ferias con sus serranitos y sus rebujitos, posteriormente el verano, y con ello, los chiringuitos, las cervezas y refrescos, las visitas de tu primo de Cuenca, o del que trabaja en Madrid...y los llevarás a comer pescaito frito, para luego, zamparte un helado en familia del tamaño de un zurullo navideño. Y una vez acabado el estío; octubre, y los nuevos propósitos de enmienda, que se rompen con los primeros huesos de santo o las chucherías de Halloween. Y así el ciclo de la frustrada vida del gordo, empieza de nuevo, en un eterno duelo entre conciencia y deber contra el "por uno no pasa nada", hasta que llega el día que, o te quedas palmera, o el médico te lo prohíbe todo. Más o menos casi lo mismo. 

   Pero en fin, aparte de maldecir la estética actual de la moda, en la que bien podía haber triunfado el antiguo gusto de Botero, cabe decir que si bien es una putada en toda regla lo de la gordura, tampoco es el fin del mundo, y si uno lo lleva bien, tampoco hay que llevarlo a la tremenda. El problema es cuando los individuos juzgan con especial dureza al pobre gordo, un colectivo, junto a los calvos, que no tienen posibilidad de integrarse en la sociedad sin que alguien les de por saco. Y es que hay que decirlo, si eres bizco, calvo o gordo (Si tienes los tres factores, empieza a creer en la reencarnación), entras dentro del grupo de los apartheid que los perfeccionistas imponen dentro de una estética actual, que seguramente, ellos tampoco cumplan por otros motivos. Y ocurrirá entonces que llegarán las bromas recurrentes y pesadas, una y otra vez más, de los mismos ante los que te tienes que justificar de porque estás cada vez más gordo y no como Leonidas el de las Termópilas, como un castigo de Sísifo, en un eterno día de la marmota. Porque de plastas está el mundo lleno. Lo cierto es, que yo estoy como el general espartano, pero con más tocino, y alguna tendinitis de más, que los años se notan. Pero hay que decirlo, aquello era Esparta, y te lo gritaban a la cara, pero no había pucheros, ni pescaito frito, ni manteca colorá, ni cerveza...por eso les daba igual dar su vida en la famosa batalla. Si eso hubiera ocurrido en Cádiz, con la berza que hace tu abuela, en sus "pequeñas" cantidades, daba para invitar a comer a todos los persas, y sobraba para que se llevaran un tupper, con una pequeña parte para el viaje de vuelta. And so on. Pero no, resulta que lo queremos todo, meterte entre pecho y espalda una ración extra grande de tortillitas de camarones, y que luego, crezca el bíceps femoral en lugar del bíceps abdominal. Y no puede ser. No obstante, como dice Leo Harlem, los que se cuidan no es que tengan una vida más longeva, sino que se les hace más larga. Y para qué vamos a discutir tan evidente razonamiento. Eso es más que notorio, y por eso, no hay lechugadas populares en carnavales, y sí pestiñadas, los Reyes Magos no tiran espárragos, sino caramelos, en el Oktoberfest no hay batidos de brotes de soja, sino cerveza, y en grandes cantidades. Sólo los ingleses celebran fiestas raras, como el cumpleaños de la Reina... pero habiendo probado su gastronomía y sus red beans, no me extraña que celebren tales cosas. 

  Y en fin, ya que estamos, vamos a decir otra verdad del barquero: realmente hacen las dietas los que estudiaban en el colegio, es decir, los que tienen fuerza de voluntad, para los demás carnet de gordo. Ese que te garantiza que en todos los cumpleaños, bautizos o comuniones te conceden el trozo más grande de tarta, ese mismo que tiene el tamaño de la primera piedra de la Giralda, con aspecto de sillar ciclópeo. En lo de las bodas ya entra la fuerza centrípeta y la gravedad que el sujeto tenga de atraer a los camareros del catering en los aperitivos; hay que decir que yo en las celebraciones nupciales me acabo toda la comida, lo hice incluso en la mía. Pero no nos engañemos, si no fuimos buenos estudiantes, o simplemente éramos del montón, lo tenemos crudo. No vamos a desayunar un simple kiwi, o vamos a cenar un bol de all brans de Kellogs, en su lugar, elegiremos las tostadas de Iberitos y su paté de jamón york o  bien compraremos un cartucho de pescaito frito, o por el contrario pediremos una pizza. Para que mentir en lo que es obvio, y es que delgados que coman mucho, hay algunos privilegiados, pero gordos que coman poco, existen tantos como unicornios rosas. Así pues, junto con el pasaporte, el DNI, el carnet de conducir, y la tarjeta bancaria más ruinosa del orbe, se encuentra expedido mi nuevo carnet de gordo, a la espera de que me hagan un descuento en la próxima torrija que pida en una cafetería en Semana Santa. Y el que quiera, que disfrute de su kiwi...


miércoles, 4 de octubre de 2017

Quien a guillotina mata a guillotina muere.

 No sé, sinceramente, porque la asignatura de Historia es de las más "hueso" junto con las matemáticas o la lengua; tal vez sea porque la forma tradicional de enseñanza se ha basado en aprenderse de corrido, y como un papagayo, la lista de los reyes Godos o de los emperadores romanos, así como su vida y obra. Y eso es un tostón, incluso para los que amamos tan bella disciplina. Además de aburrido, simplifica en exceso y reduce al máximo la realidad de los tiempos que se estudien en el momento, ya que la Historia como materia es simplemente la historia de la vida, y como todo en ella, sucede por algo, no porque sí. Ya no voy a entrar en si los vencedores son los que hacen prevalecer su versión o si hay que mirar más fuentes, que por supuesto, es lo más lógico si uno quiere enterarse de algo, y darse cuenta que detrás de los personajes históricos (y quienes escribían) no hay un papel, sino personas, como lo somos cualquiera de nosotros, y que tenían sus preocupaciones, motivaciones, tendencias políticas o manías, como nos pasa a todos. Porque al fin y al cabo hay una realidad en todo esto: que los personajes del presente, los seres anteriores, y los que pasarán, son víctimas o beneficiarios de su tiempo, y no serían como son, sino fuera por sus experiencias personales.

 Ahora bien, explicado todo esto, hay que decir, aunque sea un tópico, que la historia se repite en muchas ocasiones, y que a día de hoy, es difícil no hablar de lo que está sucediendo en Cataluña. Algo de lo prefiero abstenerme de opinar, ya que no soy el más cualificado para ello. Y no me voy a remitir al típico ejemplo de lo sucedido durante la II República y de como resolvió el "asunto catalán". Tampoco voy a hablar de si Rusia tal o cual, pues para mí, la injerencia extranjera puede estar, pero no nos vayamos a engañar, esto es mérito exclusivo de todos los políticos españoles, catalanes o no, que se han pasado la vida buscando problemas externos o internos donde no los había, por causa de su incapacidad para solventar los auténticos obstáculos usuales de los ciudadanos, es decir, llegar a fin de mes, tener tiempo libre y disfrutarlo, tener un coche, una casa, irse de vacaciones los puentes o en verano, disfrutar de las Navidades, del fútbol, o del tute en el bar, poder darle unos estudios decentes a sus hijos, y que encontrasen un trabajo digno, entre las reales inquietudes de cualquier paisano de los pueblos o ciudades que conformamos nuestra nación. Y lo que es peor, no han sido útiles prácticamente ninguno, pues todos autonómicos, nacionales o locales, e incluso europeos, sólo han sido capaces de hacernos desviar la mirada de la auténtica realidad, que es lo cotidiano de nuestras vidas, de nuestros seres queridos, y de nuestras preocupaciones. Una vez más, los distintos "idearios" han buscado el enemigo fuera en lugar de agarrar al toro por los cuernos: los de izquierda recordando una y otra vez a un Franco que tiene que esta ya, como la pata de perico, de frío, en lugar de luchar por su verdadera esencia, que es la de la lucha por los trabajadores, de la que nos hemos quedado huérfanos. La derecha, echando la culpa a los mercados y a la competencia global para esconder que sólo son capaces de crear economías burbujeras del ladrillazo, y que con hoteles y bares se arregla todo. Por lo menos hasta septiembre. En las comunidades autónomas, ayuntamientos, diputaciones provinciales, cabildos insulares, satrapías locales o reinos de taifas, la cosa es todavía peor, porque indistintamente del color político, han echado las bostas de vaca hacia el vecino: Cataluña o el País Vasco hacia el resto de España, Andalucía y Extremadura hacia Cataluña, los canarios contra los peninsulares, los de Málaga y Cádiz contra los de Sevilla, los de Jerez contra todos, los de Vigo contra los de Coruña, los de Algeciras y Cartagena que se quieren independizar, igual que los de Andalucía oriental, los de la Macarena contra los de Triana, ricos contra pobres, empresarios contra trabajadores, y los mangantes de lápices del Ikea contra los que tangan en el ultramarino de la esquina de toda la vida. 

 La historia se repite una vez más, no en España, en el mundo, pasó con Julio César, con Robespierre, con Mussolini, con Gadafi, o con Trosky, todos ellos, y muchos más, cayeron en creer que alentando a las masas lograrían sus objetivos, y unos lo consiguieron, pero la mayoría, acabaron linchados o asesinados por la espalda, de manos de aquellos hombres y mujeres que un día consideró de su confianza. Hoy día no tiene porque ser literal, puede ser una muerte política, pero que más tarde o temprano, se dará, de eso no hay duda. Todos los políticos españoles han jugado con fuego, y espero, que no nos quememos todos, porque les voy a ser claro, espero que catalanes y resto de españoles, tengamos una vida en paz, y en condiciones, no sé si es mucho pedir, pero por como pinta el panorama, mejor voy preparando la carta al rey Baltasar, que es el único que nos hace caso a todos.


domingo, 6 de agosto de 2017

Las fiestas que digan...

 A vueltas otra vez una vez más con las fiestas y ferias, en este año es novedad la Feria del Carmen y de la Sal de San Fernando, que cada vez va a menos, y que según algún entendido que otro, se debe a que la fecha no es la correcta desde hace un par de siglos, que en julio no se gana dinero como sí se haría en septiembre, ya que, argumentan, el problema es que las casetas se borran porque no ganan un duro para tanto sacrificio, a causa de que por el calor, la gente sólo vaya de noche a tomar algo. Total, que en vez de la feria del Carmen y de la Sal, sería la de las Cortes y las bombitas que tiran los Fanfarrones. Y en lugar de ir de salinero/a, habrá que ir disfrazado de soldado. Hay muchos que se encuentran en contra, contestando que si eso se debe a la crisis, a los levantes de los últimos años del cambio climático, a la expansión de los cerdos vietnamitas o de la tórtola turca... motivos, los que cada uno quiera. Pero la verdad es mucho más sencilla, y te lo podrá decir cualquier cofradía, peña, clubes deportivos o no, parroquias, empresas, bares, pubs o universidades que hayan puesto alguna vez una caseta en la feria isleña (cuando había cuatro calles). Desde mediados de la década del 2.000, es más barato comprarse un piso en los Delfines de Cádiz que pagar el montaje y alquiler de una semana para ganar doscientos euros, que se logran más cómodamente, o más del doble, en una verbena de barrio, o postulando por ahí. Eso por no hablar del tema "voy a complicarles la vida" en asuntos burocráticos y de seguridad. Vamos, lo que se dice, vamos a dar todo el porculo del mundo para poder sacar más dinero para las arcas municipales y así chupar del bote, más de lo mismo, que con los aparcamientos en los centros urbanos o en la playa. Al final va a resultar, que como los conductores, los que montan las casetas en la feria van a ser culpables de todo, hasta del toro que mató a Manolete, y que las multitas y los impuestillos de más, es por nuestro bien, que conste...

 A cuenta, precisamente, de las Fiestas de las Cortes de San Fernando, es realmente, por lo que escribo el presente artículo, porque como muchos isleños que peinamos ya canas, sabemos que dicha fiesta no existía antes del año 2.001, o 2.002, no recuerdo bien, y que fue un as de la manga que se sacó el alcalde Antonio Moreno, en teoría, para ir preparándonos para los "tremendos" fastos del Bicentenario, en los que nuestra ciudad iba a ser lo más importante del mundo mundial. Antes de ello, la principal fiesta municipal era la Romería del Cerro, celebrando una tradición, tampoco muy fundamentada, en la que en dicho monte, se decapitó a los santos Servando y Germán. No obstante, se trataba de un día familiar, de campo o playa en el que parentela y amigos se lo pasaban bien comiendo castañas asadas y bocadillos. En cambio en el día de las Cortes, todo es por invitación, para políticos y adláteres, y apenas hay nada, bueno sí, mucha gente dando vueltas para un lado y otro de la Calle Real, sin saber que hacer... Pero que a diferencia, de la anterior, aquí el público se gasta el dinero en los bares, que se forran, y no como en la citada romería, en la que sólo ganaban guita los castañeros, y los fruteros que vendían las patatas para las tortillas. 

  Lo que me quiero referir con éste ejemplo, es como, a lo tonto, los políticos y empresarios nos están haciendo la cama. Y nos dirigen como nos tenemos que divertir y como no. Por supuesto, no hablo de una conspiración judeomasónica, sino de pura y simple rentabilidad, en un país con tanta gente chupando del bote, las fiestas no sirven ya, que sean por devoción o manifestación popular, como han sido siempre, sino auténtica mercadotecnia y absoluta rentabilidad económica, hay que ganar mucha pasta, y darle coba al personal. Analicen a su pueblo, y a los de los alrededores, y se darán cuenta de que todos, se están convirtiendo en un parque temático para turistas o locales. Pero sobre todo, buscando atraer al foráneo, con las típicas ferias de la tapa, del atún, del bacalao, del estero, de las salchipapas, etc. Que consisten en que los distintos establecimientos hosteleros montan pequeños puestos en un recinto donde te cobran más caro por una misma tapa, y una misma cerveza que te podías tomar sentado, sin apreturas, sin música a toda leche, con camarero, y con unos vasos, platos y cubiertos que no sean de plástico. Otros festejos que se imponen en todas las localidades son los mercados medievales, celtas, romanos, andalusíes, barrocos, etc. que resultan ser iguales en todos lados, porque de hecho, son los mismos hippies que recurren a diferentes disfraces según la ocasión, sea en Porriño o en Ayamonte, y que por supuesto, como en las anteriores ferias mencionadas, te lo cobran todo, a precio de Puerto Banús. Otros recursos muy frecuentes por los alcaldes y empresarios en estos tiempos de crisis (que aún dura, pese a lo que digan), es el uso de las conocidas Noches Blancas o en Blanco, que suena a pescado de hospital, no obstante, en este caso, sí que alabo el gusto al invento, pues consiste como dice el propio nombre, que una vez, tras la caída del sol, o al atardecer, y hasta altas horas de la madrugada, se abren muchos establecimientos y sobre todo, muchos monumentos que son difíciles de ver en otras circunstancias, y que además sirve para conocer la propia localidad, así como las vecinas. 

 En fin, queda claro, que como la vida en general, está cada vez más dirigida por políticos y empresarios, cuando el arte de la administración pública se convierte en un mero hecho similar a lo que ocurre en las dictaduras, aunque sólo algunas tiene un fin realmente político (sobre todo en comunidades autónomas con gobiernos nacionalistas), por lo general, se trata de sacar tajada todo aquel que pueda en el caso de la hostelería y las tiendas, y de mucho figureo, postureo y autobombo por parte de los políticos y autoridades, que encuentran así, mucho de sus quince minutos de gloria. Adiós a las manifestaciones populares, las fiestas son las que digan desde arriba, no las que el pueblo considere, minimizan y ponen trabas a las fiestas tradicionales en favor de las suyas. En fin, todos los pueblos y ciudades iguales, con las mismas tiendas, mismas fiestas, y ninguna particularidad, en una España gris, de plazas duras, y mismas academias de inglés para el B2 en cada esquina.


martes, 18 de julio de 2017

De hidalgos a intelectuales.

   Hay un dicho militar que dice que a un tonto le dan una gorra de plato y se cree almirante (o General, según de que cuerpo se trate). Y no hay más que darse un paseo por las redes sociales, por las universidades y por los círculos de "enteradillos" para darse cuenta de ello. Es una nación la nuestra, la de una generación engreída que se dice la mejor preparada, y que por leer cuatro libros, ya se creen intelectuales, sabios de la nueva Grecia clásica, que van a discutir en el Ágora con Sócrates, y a utilizar con maestría una mayéutica, digna de dicho maestro. Pero no, son en muchos casos simples ignorantes, siempre soberbios y que creen siempre tener la razón, intentando dejar en ridículo a los demás en un odio visceral que busca aplastar a todo aquel que no piense como él, dejando caer, que por no razonar igual, es un pobre desgraciado, paleto y desdichado, que ha caído en las redes de la incultura nacional. Sin embargo, hay que decirlo claro, la sabiduría no consiste en leer muchos libros y memorizarlos como un papagayo, sino en asimilarlos, y sacar conclusiones propias, que en muchas ocasiones, pueden ser equivocadas, pero para eso, están los debates, para aprender, y para eso está el pensar, para llegar de un punto a otro, sin tener que estar de acuerdo al 100% con Platón o con San Pedro. Llegar a ser uno mismo, y pensar por uno mismo. Y luego está, que en la vida, como en todo, hay cosas que no enseñan los libros. Puede uno ver, como cualquier pastor, sabe de todo lo que le rodea, mucho más que cualquier doctor de universidad, ya lo decía Leo Harlem, lleven a uno en los equipos de Fórmula 1, para que acierten que neumáticos poner, si de lluvia o de seco, en vez de a tanto ingeniero; o como cualquier albañil, sabe donde y como se debe efectuar alguna obra, o que cualquier macarra te puede enseñar a ser el mejor buscavidas de la calle, y pueden que no hayan leído un libro, pero puedo asegurarles, que yo, siendo rata de biblioteca, me he sentido como un paleto ante ellos, y como un señor, ante muchos supuestos intelectos. 

 No es un canto a la ignorancia, éste artículo, ni al no leer, pero sí a la humildad, que es la verdadera maestra de la enseñanza personal que uno mismo adquiere a lo largo de la vida. Pues vamos a decirlo claro, reconociéndose que uno no lo sabe todo, es como se aprende, y como pueden verse las carencias y desconocimientos en tal o cual campo, y es que hasta el mismo día de nuestra muerte, es obligación nuestra, aprender aunque sea alguna minucia antes de acostarnos. Porque para enseñar, y dar ejemplo de la abundante sabiduría que hoy corre por la red ante tanto titulado, hay que caer una y otra vez en la vida, y darse cuenta de que no todo el monte es orégano. De que se puede aprender del más pintado, y que los libros enseñan, pero no todos, porque también el Mein Kampf, el Libro Rojo de Mao o la biografía de Belén Estebán se pueden encontrar entre las publicaciones, y que yo sepa, no enseñan nada bueno. A lo mejor se adquieren más conocimientos escuchando a algún anciano, de su experiencia, de algún padre, abuelo, profesor, amigo, o incluso, hermano mayor, que seguramente, haya pasado por la vida, antes que tú por muchas vicisitudes similares o parecidas. Aunque eso sí, tampoco hay que despreciar a los más jóvenes, de los cuales, hay muchos con notable madurez, y que ponen mirando a Cuenca a muchos mayores. Como ya he dicho, todo es relativo en la vida, ni todo es negro, ni todo es blanco. Pero si hay de una cosa que estoy seguro es de que cuanto más inteligente se cree un sujeto, mayores complejos e inseguridades esconde en una fachada de engreimiento y resentimiento hacia todo aquel que es mejor que él. Porque quien se enfada porque no se le da la razón, o llora porque en su trabajo no sale todo como él quiere, por ejemplo, es porque sencillamente, es alguien que, hablando claro, las va a pasar muy putas cuando en la vida vengan mal dadas, porque a todos, tarde o temprano, nos llega uno o varios temporales que desarbolan nuestros valores, y nos descolocan, de lo que nosotros creíamos, era un refugio seguro. Y entonces, es cuando se ve quien vale y quien no, quien aprende y se adapta, o quien esconde la cabeza como las avestruces mientras cree, que va a pasar el temporal. 

 Es el problema clásico de una nación altanera y engreída, que ha encontrado en las redes sociales su nueva inquisición (con autos de fe y lapidaciones públicas incluidas) y en las titulaciones universitarias un nuevo título de hidalguía, como pasara en aquella España de la Sopa Boba del siglo XVII. Pueden aprender un poco de los abuelos o padres que pasaron por una posguerra y una dictadura, y más hambre y escasez de la que nunca tuvimos, y supieron arreglárselas y salir adelante con mucho menos que nosotros, de los cuales, muchos no sabemos ni cambiar una bombilla. Había más ignorancia por aquel entonces, pero a diferencia de la que hay hoy en día, es que en aquellos tiempos estaba claro quien era un analfabeto y quien no. Hoy los bultos con ojos se esconden tras una imagen de nuevo sabio que embauca a los demás con cuatro frases más manidas y usadas de lo que ellos puedan llegar a pensar. Y no lo puedo evitar, mi favorita, y la que más usan los pedantes del nuevo saber del siglo XXI, es la siguiente:
  • Cuando el sabio señala la luna, el necio mira al dedo.
 Tras la cual, vendrán otros muchos sabiondos a darle la razón, y otros muchos, que se la darán, porque sencillamente, no tienen ni idea de lo que dicen, y hay que quedar bien. Y la verdad que quieren que les diga, que el sabio señale a donde le dé la gana, que yo estaré de acuerdo con él, o no, y puede que sea yo el que señale, o el que mire, para donde yo quiera. Que para eso uno con los años aprendió a hacerse el tonto cuando le conviene. Cosa que es casi mejor que hacerse el listo, porque nadie te va a reclamar ni a culpar de nada, y se vive mucho mejor. ¿O no?


viernes, 16 de junio de 2017

El misterio de la foto.

 Llevo ya un tiempo, escaneando todas las fotos que tenía en papel, es decir, las de carrete de toda la vida, por aquello de tenerlas en varios formatos y sitios por si se echan a perder con el tiempo. Y la, verdad, me alegro bastante, pues hay muchas en las que el inexorable paso de los años ya empiezan a notáresele. Las hay de todos los gustos: de carnet típicas en las que algún sujeto que otro sale con cara de pipiolo, las típicas familiares de buenos recuerdos en los que siempre está aquella persona o mascota que hoy en día no se encuentra entre nosotros, o aquellas entre amigos, de una noche de juerga, o antes de un partido de fútbol. Sobre estas últimas ha habido evoluciones, cambios a peor, y no me refiero al que está más calvo o más gordo, que eso es ya evidente, sino en los posado, ya que antes todo el mundo salía en las imágenes con el brazo sobre el hombro del colega, y todos sonriendo, salvo el sieso del grupo, todo lo más algún gracioso le ponía los cuernos con la mano al de al lado. Hoy no, actualmente la gente, ya sean pibitos de instituto o sesentones con más arrugas que la camisa de un borracho, salen con unas caras y unas poses de lo más variado: a lo modelo, con los dedos con el símbolo de la victoria, morritos como si fuera a besar, pose a lo escritor intelectual, con cara de sorprendido/a, guiñando un ojo, enseñando la pierna como si fuera un jamón de Navidul, etc. Algo que si ya empezó a darse por el 2.008, con la llegada de las antiguamente llamadas autofotos, actualmente selfies, se ha incrementado a pasos agigantados, dando ya por hecho, de que esta sociedad está enferma de ego, complejos escondidos y sandez supina.

  Pero no es de la estupidez de la sociedad de la imagen de la que vengo a hablar hoy. Sino de aquellas misteriosas fotos en las que hay alguien con quien uno no contaba, esa digna de llevar a Cuarto Milenio, para que Iker Jiménez y Carmen Porter las analicen si lo que hay es un fantasma vengativo que busca chupar cámara en la foto típica de colegas en plan juerga a la americana. Y no, no suele ser un espíritu, ni nada sobrenatural (aunque eso se puede discutir), es alguien de carne y hueso, normalmente un trozo de carne con ojos. Pero claro, aunque actualmente tengamos doscientos millones de fotos digitales, en aquellas anteriores al 2.004, es decir, las de carrete, uno ya no tiene tanta memoria para saber quien cojo(lago)nes sale en todas las fotos que os hicisteis en aquella noche de juerga. Así que por lo general, uno acude a preguntar a todos los que estaban presentes en aquellas, si logra encontrarlos después de tantos años. Casi ninguno sabe quien narices es, hasta que da con alguien que sí:
  •  Sí, hombre...es el primo de Madrid del Juan Pedro, que vino ese verano.
  • Aaaah, ¿Y quien es Juan Pedro?
  • El borrachín del bar. Por cierto...¿y que hace el primo en todas las fotos?
  • Pues no sé, y no sé tampoco porque no sale el Juan Pedro.
  • Porque estaba durmiendo la mona en el sofá del bar...
  • Todo explicado, ahora que alguien me aclare quien es el Juan Pedro de las narices.
  • Sí, es el calvo que sale en estas otras fotos.
  • No, ese no, ese es el sieso del dueño del bar, que nos echo aquella noche que no paraba de llover.
  • Aaaah, entonces, es el de los pelos rizados de al lado.
  • Pues ese será.
  • ¿Y por qué sale el primo en todas las fotos?

  ¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?, que diría Mourinho. No se sabe, y probablemente, nos vayamos a la tumba sin saberlo. Pero no todo queda en aquellas noches de juerga, en los partidos de fútbol siempre sale en la foto ese otro primo de Barcelona del Jonathan que vino a jugar aquel día y que aunque era más malo que Danilo, le pasábamos siempre la pelota por aquello de la cortesía. Otros casos son las bodas o las comuniones, ¿quien no ha visto fotos en las que uno posa sonriente y con toda confianza con otro que no sabe de quien narices se trata?. Una vez más, trabajo de investigación, si la cosa se pone cruda llamamos a Jordi Évole, pero creo, que incluso a él, el trabajo le viene grande. Al final te lo aclara quien sea, normalmente tu mujer, que se acuerda de todo el mundo, y te comenta que ese era el primo segundo del marido de la prima tercera de tu madre, aquel que te vio una vez de pequeño cuando fuiste a verlo, porque andabais de paso por Badajoz. Y en el caso de tu propia boda, la cosa es peor, con el paso del tiempo, uno ve las fotos, y vuelve la pregunta: ¿y quien cara(de)ajo es éste que sale con todas las confianzas conmigo?. Pues una vez más, tu mujer te lo aclara, era el novio de tu prima Paca, que cortó con ella meses después. Pues ya había podido haberlo hecho antes, y nos hubiéramos ahorrado un cubierto. Y es que el mundo, señores, está lleno de gorrones, chupacámaras y jetas dispuesto a robarte los langostinos mientras suena la marcha nupcial y los novios entran con toda pomposidad. En nosotros está el detectarlos, para evitar quebraderos posteriores de cabeza, pero está jodido, porque son lobos solitarios, y están preparados para actuar cuando la situación lo requiera. Porca miseria.

Pd: Las situaciones son reales, los nombres de los alcohólicos y los gorrones no, así que si se siente identificado, es porque ajos comes. Ningún borracho ha resultado herido en la realización del artículo.

Noche mítica, y era para un ratito...





martes, 6 de junio de 2017

Muerte de éxito.

  Mi generación, la que nació entre los años 1.980 y 1.990, se puede considerar afortunada en esto de las tecnologías, todo hay que decirlo, nos han dado coba en lo laboral, pero con los nuevos artilugios hemos tenido suerte, pues somos lo suficientemente jóvenes para entenderlos, y tenemos ya, la necesaria experiencia para saber el proceso por el que pasan todos los nuevos inventos. Hemos ido evolucionando y viendo como se rebobinaba una cinta de cassette con un bolígrafo, llevar un Walkman que uno se colgaba en el cinturón terminando, por ello, con dolores lumbares; hemos programado vídeos VHS, grabando todas las finales del Falla en cintas de cuatro horas (que siempre se acababan cuando el Jurado iba a decir las agrupaciones ganadoras); de niños, al habernos criado disfrutando de la tele con el Equipo A- los de hoy, lo hacen viendo la financiación en B-  y McGyver, hemos jugado con los Walkie Talkies que no conectaban como el otro niño cruzara una esquina o cambiara de cuarto, y hablando de ladrillos, todos recordamos a aquellos móviles Motorolas que los varones, al carecer de bolsos nos hemos metido en los bolsillos de los vaqueros en los que el bulto en zona tan estratégica y de noche en una discoteca, podía sonar sospechoso... Ya no hay ni tocadiscos, ni radiocassettes, ni compact disc, ni vídeos, ni dvd, ya están en peligro de extinción los mp3 o reproductores de música o las cámaras de fotos que no sean reflex (y hay quien me asegura que también), los sms, y si me apuran, hasta los ordenadores de mesa. Los nuevos móviles, más un coñazo que un invento, han acaparado todo, la fotografía, la música, los vídeos, las películas, Internet...y hasta sirven para hablar por teléfono.



  Pero sí algo ha destacado a los nuevos teléfonos son por el uso de las redes sociales, habiendo todo una variedad para cada gusto y edades: Whatsapp, Line, Facebook, Google +, Twitter, Instagram o Snapchat entre otros. Sin embargo, voy a dar una información para los muchos novatos y gente joven que se adentra por la red: no son los primeros. Antes hubo otra forma de sociabilizarse, y no, no me refiero a los bares; al comienzo de la generalización de Internet por España (en otros lados ya nos llevaban años de adelanto) había una cosa que se llamaba Chat, en el que uno entraba en conversación general o bien, a hablar en un privado si entre la lista había uno/ apodado/a rubiakadiz o guapitoJerele para conocer y conversar con la persona en cuestión. Había como es evidente, mucha gente que usaba el chat para ligar, o creer que habían ligado, porque también había mucho sieso que lo usaba para dar coba. Famoso en aquellos tiempos posteriores al 2.000 era el chat de Terra, que en paz descanse. Porque además tenía la cosa de que te podía conectar por provincias. Sin embargo, una vez más, y hay que reconocerle el mérito al tío, a Guillermito Puerta, más conocido por el nombre de Bill Gate, supo visionar una vez más, y antes que nadie, un chat para gente de confianza, en el que tú agregaras a quien era tu amigo y te caía bien. Pero eso era al principio, como pasa hoy día con el Facebook, ya la cosa se te ha ido de madre, y ya no sabías quien cojones era Juan Pedro Periquín, ya que lo agregaste una vez porque hicisteis unas risas en alguna asignatura minoritaria de tu carrera allá por el siglo V antes de Jordi Hurtado. También se encontraban aquellos amigos o amistades que uno agregaba por compromiso a sabiendas de que era un coñazo de tío. Como pasa hoy en día. Y entonces, ya la cosa se te había ido de madre, lo que empezó estando de lujo, con tus mejores amigos, acabó por ser una tortura psicológica de chat, y de correos digitales, con 950 mails atrasados sin abrir, con un porcentaje de un 85% de chorradas, un 14% de publicidad, y un restante con algo serio, dando como margen de error el 1%, es decir, el "algo serio". Los chats del Messenger, que así se llamaba el invento se convirtieron en algo parecido a la Calle Real de San Fernando, la Sierpes de Sevilla, Larios de Málaga, Concepción de Huelva, Larga de Jerez o la Ancha de Cádiz, en las que había una legión de gente aburrida esperando a pillar a algún pobre incauto desprevenido para darle un rato de auténtico coñazo. Se daban cuenta porque el inventito te avisaba quien se había conectado por una ventanilla en el margen inferior derecha, y un clín, que sonaba en tu ordenador, y por unos iconos con forma de muñequitos que te chivaban el estado de la pobre víctima: disponible, no disponible, desconectado, estudiando (jejejeje...). Así pues, muchos aprendimos a descargar algunos cracks piratas para que invirtiera la gracia, y pusiera no disponible cuando se conectara. Y por ello, a la larga, Messenger, dio la opción de poner el no disponible aunque estuvieras conectado y hablaras así con quien tú quisieras. Como dijo una chavala que conocí, y que sabía del tema, fue su acta de defunción. Todo el mundo a sabiendas de los coñazos de turno, optaron por "no conectarse", aunque eso no pudo evitar el desuso.

 Así que con la experiencia que el flojeo estudiantil me dio, me veo más que capacitado y autorizado, para explicar todos los procesos evolutivos de las llamadas redes sociales:

  1. Empiezan a nacer con un nuevo brío, y aunque tú no sabes que narices son, todos los enteradillos que te rodean ya tienen una cuenta en la nueva red social, y te miran como a un Cromañón por no tener una. 
  2. Te creas una cuenta, o bien por decisión propia, o porque te han dado mucho la vara para ello. Y te das cuenta de que está de lujo y empiezas a disfrutarla. Se tira unos años con la mejor gente posible, y echando muchas risas.
  3. Empiezan las cadenas, las firmas de las causas varias, el pásalo, la plantita de Brasil con las arañas peludas, las inservibles -como consejo- frases de Paulo Coelho con la foto de Lincoln al lado, el niño indefenso al que vas a ayudar y resulta que es un albanokosovar que te roba el riñón y te despiertas en una bañera, la de los LatinKings en un coche con las luces apagadas, el tenemos que llegar a las mil firmas para salvar el idioma castúo de las montañas del sur de Porriño...
  4. Empiezas a agregar y a creer que todo el mundo es tu amigo, y al final te encuentras con una lista que parece la de un colegio de China. 
  5. Empiezan a descubrir la red social los jubilados de la tercera edad, que comienzan con ciertas reticencias, pero que terminan por dar un porculo del c...ya que entonces empieza a bombardear la red de chistes que vistes hace años, cadenas que ya ni tú mismo te crees, fotos, y un larguísimo etcétera con el que terminan de aburrir a la gente joven, y a gran parte de la mediana edad. 
  6. Se termina el proceso con la politización de la red social, llegan los partidos políticos, equipos de fútbol, agrupaciones ecologistas, rocieras, cofrades, asociaciones antitaurinas, las taurinas, los curas, los comunistas...y toda la madre que los parió. Si del buen rollo inicial todavía quedaba un ligero resquicio, ahora es como las discotecas de la provincia de Cádiz, que empiezan llena de pijos, y con los años se llenan de drogas, peleas y muchos canis. Empiezan a generalizarse las broncas, insultos, faltas de respeto, debates estériles, lapidamientos y autos de fe en masa... Por este mismo proceso están ahora WhatsApp, Facebook y Twitter, si bien la primera se libra por la mensajería gratis, las dos últimas seguirán vivas mientras no aparezca otra cosa mejor y más novedosa, entonces podemos ir preparando los ataúdes de pino.
  7. La gente normal, que antes entraba a echar un rato agradable, cierran la cuenta o la siguen manteniendo abandonada a su suerte, y manda a paseo a todos los porculeros. La red social entonces, acaba como el recinto de la Expo 92 de Sevilla, abandonado, y con las hierbas creciendo entre los adoquines. 
 Pero no se asusten, todo sigue adelante, y donde antes había una cosa crece la otra, y es que como decían en las clases de naturales: el agua busca su camino, y lo encuentra. Y las redes sociales también, ya saldrán otras nuevas, que estarán de lujo, hasta que las vuelvan a joder. Es el ciclo de la vida. Pero les voy a confesar una cosa, las mejores para mi gusto, son las de siempre: un bar con un cartucho de camarones y una cerveza o una coca cola, una barbacoa de grasientos chorizos, un partido de fútbol, o la cola del paro, que esa también está bien (bien jodida), entre otros lugares. Eso sí evitando en los ciertos paseos o calles, porque una vez que la red social se vacía, éstos buscan la presa por donde puedan encontrarla, y antes había aceras, pero con la maldita moda de peatonalizar todos los centros de las ciudades, ya no es posible cruzar la calle y no hay manera de escaquearse de los pesados. Porca miseria.